Trío para oboe, fagot y piano (arr. para saxofón soprano, saxofón barítono y piano) – Francis Poulenc
Dedicada a Manuel de Falla, esta chispeante pieza se abre con un movimiento de presto, con el oboe y el fagot como narradores. Un piano en gran parte homofónico ofrece muchas oportunidades para que los dos instrumentos de viento alternen cadencias. Poulenc utiliza líneas largas y contrastadas, cambiando entre las armonías de La mayor y La menor, para crear tensión narrativa. El segundo movimiento es una pastorale lírica, descrita por el propio Poulenc como «dulce y melancólica». El final, un rondó enérgico, prosigue con el aire pastoril de la sección anterior, presentando llamadas de trompa en miniatura y concluyendo con una alegre fanfarria. El éxito profesional de Poulenc fue constante; su música era un soplo de aire fresco, percibida como natural e impulsiva, sin restricciones por el formalismo manifiesto y los juegos intelectuales de los que se acusaba a muchos de sus contemporáneos modernistas. Poulenc murió en 1963 de un repentino ataque al corazón en su apartamento de París. 

Neon Flicker – Takuma Itoh

La pieza está llena de breves estallidos de energía que, al igual que un viejo letrero luminoso de neón que se enciende y se apaga de forma impredecible, no parecen encontrar la forma de permanecer «encendidos» durante un periodo prolongado. La música intenta encontrar su equilibrio y ganar impulso, pero normalmente se ve frustrada antes de que nada pueda desarrollarse de forma significativa. La frustración acaba por aliviarse cuando la música puede florecer sin interrupciones, pero incluso ese momento resulta ser fugaz y la música acaba por detenerse tartamudeando.